Adoptar una mascota rescatada es una experiencia gratificante que requiere compromiso y sensibilidad. Muchas de estas mascotas han pasado por situaciones traumáticas o desafiantes, por lo que es fundamental entender cómo ayudarlas a adaptarse y prosperar en un nuevo hogar.
Por Josefina Hirane
Para hablar de adopción, contaremos la historia del perro Max. Tras años de abandono, una familia decidió llevarlo a su hogar. Aunque la idea sonaba muy romántica, las primeras semanas estuvieron lejos de ser ideales: se escondía bajo los muebles, rechazaba la comida y temblaba ante cualquier sonido fuerte. Sus nuevos tutores, aunque confundidos y abrumados, estaban firmemente comprometidos a ayudarlo a dejar atrás su difícil pasado y ofrecerle una segunda oportunidad.
Se cree que los perros y gatos que han sufrido abandono o han vivido en la calle agradecen automáticamente ser adoptados, pero la realidad es más compleja. La etóloga Alicia Rodríguez explica que muchas mascotas rescatadas necesitan tiempo, paciencia y cuidados específicos para adaptarse a su nueva vida.
Preparar un lugar seguro
“Lo primero y más importante es considerar tener listo un lugar seguro donde tanto perro como gato puedan acudir apenas llegan”, dice Rodríguez. Este espacio debe incluir un área para descansar, comer y facilitar el acceso a donde puedan hacer sus necesidades. Además, recomienda limitar el espacio los primeros días, ya que “un lugar muy abierto o con mucho que explorar podría resultar abrumador”.
Durante los primeros tres días, es crucial que la mascota tenga momentos de soledad por periodos cortos para evitar la ansiedad por separación. A partir de la primera semana, los tutores pueden comenzar a establecer rutinas consistentes, como paseos y horarios de alimentación.
Identificar y manejar el estrés
Las mascotas rescatadas pueden mostrar signos de estrés o miedo. Para identificar estas señales, Rodríguez sugiere recurrir a recursos visuales como las infografías de organizaciones como Fear Free Pets y Cattle Dog Publishing. “Nuestro cerebro humano tiende a ignorar las señales más sutiles de estrés, por lo que nos damos cuenta cuando ya están sobrepasados”, comenta.
En perros, los signos sutiles incluyen bostezos recurrentes, relamido de labios, sacudidas constantes y evitación del contacto visual. En gatos, las señales pueden incluir el movimiento brusco de la cola, orejas hacia atrás, tensión facial y pupilas dilatadas. Si una mascota rechaza comida, es una clara alarma de estrés elevado. “En estos casos, lo ideal es asesorarse con un etólogo clínico”, recalca Rodríguez.
Ayudar a superar traumas
Muchas mascotas rescatadas han sufrido maltrato o negligencia, lo que puede dificultar su relación con los humanos. Rodríguez enfatiza la importancia de la paciencia y la planificación. “Cuando animales han tenido traumas con humanos, se ha quebrado el vínculo hacia nuestra especie. Es importante que no forcemos las interacciones”.
Para construir confianza, recomienda usar comida como refuerzo positivo, respetar los límites de la mascota y observar su lenguaje corporal. En casos de traumas severos, la intervención de un profesional es crucial, ya que “el trauma puede ser tan grande que los cerebros de los animales no son capaces de hacer procesos cognitivos”.
Alimentación, socialización y ejercicio
La alimentación debe ser tranquila y sin interrupciones. Los gatos pueden beneficiarse de comederos interactivos, mientras que los perros pueden recibir snacks como refuerzo positivo de forma planificada. En cuanto a la socialización, Rodríguez aconseja establecer expectativas realistas según la edad y experiencia de la mascota. “Un cachorro puede socializar pasivamente antes de cumplir con todas sus vacunas, pero un perro adulto ya tiene respuestas conductuales basadas en experiencias previas”.
El ejercicio y los juegos también son esenciales para su bienestar físico y emocional. En gatos, los juguetes de caña o las alfombras olfativas son excelentes opciones, mientras que los perros disfrutan de juegos que estimulen sus sentidos. La observación atenta de sus preferencias es clave para satisfacer sus necesidades individuales.
En conclusión, adoptar una mascota rescatada implica un compromiso a largo plazo para ofrecerle el amor y el cuidado que necesita para superar su pasado y vivir una vida plena. Con paciencia, atención y apoyo profesional cuando sea necesario, los tutores pueden ayudar a estas mascotas a construir un futuro lleno de confianza y felicidad.