El frío llegó con todo, y no solo los humanos buscan calorcito. Pero ojo: lo que nos abriga a nosotros, puede ser un peligro para ellos. Estufas, calientacamas y otros artefactos esconden riesgos para perros y gatos. En esta nota, el Dr. Nahum Amtmann entrega consejos clave para mantenerlos seguros y calentitos.
Por Josefina Hirane
En 2020, un video se hizo viral en TikTok: una niña, preocupada, decía “La Blanca se está quemando” al ver que su perrita estaba peligrosamente cerca de una estufa. Al girar la cámara, la familia notó que el pelaje de Blanca efectivamente echaba humo. La escena —que dio origen a memes, canciones y miles de reacciones— es una mezcla de ternura con un llamado de atención: el calor en exceso también puede dañar a nuestras mascotas. Estufas con llama expuesta, calientacamas o sistemas de calefacción mal instalados pueden generar desde quemaduras hasta intoxicaciones graves.
“El tipo de riesgos es similar al que enfrentan los niños”, explica el Dr. Nahum Amtmann, director médico de GlobAnimal. Entre ellos, detalla las quemaduras por contacto con superficies calientes, la deshidratación, las intoxicaciones por monóxido de carbono —en artefactos a gas— e incluso el peligro de incendios.
Señales de alerta
¿Cómo saber si una mascota está siendo afectada por una fuente de calor? El veterinario indica varias señales: lesiones en la piel o el pelaje, somnolencia, cansancio inusual, irritabilidad o síntomas más graves como golpe de calor o desmayos. “En casos de intoxicación por monóxido de carbono, los animales pueden presentar fatiga, vómitos, comportamiento confuso, pérdida de conciencia o incluso la muerte”, advierte.
Otra alerta es la deshidratación, “debido a que la calefacción puede reducir la humedad del aire, causando que la piel y las vías respiratorias de los animales se sequen”
Recomendaciones clave
Para calefaccionar sin poner en riesgo a nuestros compañeros peludos, el especialista recomienda preferir sistemas de calefacción seguros como los eléctricos infrarrojos o calefacción central, y evitar artefactos a parafina, gas o leña. Además, sugiere ventilar los espacios, controlar la humedad del aire, mantener una buena alimentación y no abrigar en exceso a las mascotas.
“Es importante que tengan siempre acceso a agua fresca, que se mantenga una distancia segura entre ellas y los artefactos, y que los equipos de calefacción se mantengan con sus mantenciones al día”, agrega. El uso de detectores de monóxido de carbono también puede ser un gran aliado.
También, cabe destacar que es importante mantener una distancia segura entre las mascotas y los artefactos de calefacción, limitar el tiempo que las mascotas pasan cerca de las fuentes de calor, proporcionar a las mascotas acceso a agua fresca en todo momento, monitorear a las mascotas para detectar signos de agotamiento por calor o intoxicación por monóxido de carbono. Se sugiere realizar mantenciones regulares de los artefactos e instalar detectores de monóxido de carbono para detectar fugas.
¿Todos los animales toleran igual el frío?
No. “Los perros, por lo general, soportan mejor el frío que los gatos, en parte por su tamaño, tipo de pelaje y metabolismo”, explica el Dr. Amtmann. “Los gatos de pelo corto, los cachorros, animales mayores o razas pequeñas pueden requerir mayor protección”, señala.
El consejo más importante: estar atentos. Si se detecta cualquier comportamiento inusual o signo de malestar, lo mejor es acudir al veterinario. El invierno no tiene por qué ser una amenaza si se toman las precauciones necesarias para cuidar a toda la familia.