Aunque en humanos la depresión estacional está bien documentada, en perros y gatos no existe evidencia científica de un cuadro similar. Lo que sí muestran son cambios de conducta ligados al clima, la luz, las rutinas y, en el caso de los gatos, a factores hormonales propios de la primavera.
Por Josefina Hirane
En humanos, la depresión estacional es un trastorno reconocido: los cambios en la luz solar afectan hormonas como la serotonina o la melatonina, generando alteraciones en el ánimo y la energía. Pero, ¿ocurre lo mismo con perros y gatos cuando llega la primavera? Tres especialistas nos ayudan a entenderlo.
No es depresión, es adaptación
La veterinaria y etóloga Francisca García explica que en mascotas no existe evidencia científica que hable de un cuadro idéntico a la depresión estacional humana. Lo que sí observan son cambios de conducta ligados al entorno, las rutinas y la biología de cada especie.
En perros, por ejemplo, el invierno suele traer menos paseos por frío o lluvia, lo que reduce la estimulación y puede derivar en aburrimiento o inactividad. Con la primavera y el verano, en cambio, los estímulos aumentan: más gente en la calle, otros perros, alergias ambientales. Esto puede traducirse en más energía, ansiedad o reactividad, pero no es depresión, sino una respuesta natural al ambiente.
En gatos, el escenario es distinto. Animales muy territoriales, en primavera se ven expuestos a nuevos olores, feromonas de otros gatos y aves que ingresan por ventanas abiertas. A esto se suma un factor hormonal: los gatos son poliéstricos estacionales, lo que significa que la primavera activa su ciclo reproductivo. “Las hembras no esterilizadas entran en celo repetido y los machos se vuelven más territoriales, marcan con orina y buscan defender su espacio”, señala García. Incluso los machos recién castrados pueden mantener conductas sexuales durante algunas semanas.
Ritmos biológicos y rutinas humanas
Constanza Stuart, directora del Centro Integral de Comportamiento Animal (CICAN), coincide: no hay evidencia de una “depresión estacional” en perros y gatos como entidad clínica. Sin embargo, sí existen variaciones estacionales en su conducta y bienestar. Muchas veces estas responden a cambios en la rutina de los tutores: más calor, cambios de horarios y más salidas al exterior que pueden generar ansiedad en los animales.
Stuart agrega que los ritmos circadianos y la melatonina también influyen: varían con la duración del día, lo que altera sueño y actividad. “Hay estudios que muestran que los perros reducen su nivel de actividad en climas fríos, mientras que con más horas de luz tienden a moverse más”, explica.
Más luz, más energía
Para el veterinario Nahum Amtmann, director médico de GlobAnimal, la clave está en entender que, si bien no existe un cuadro depresivo marcado en primavera, sí se observan cambios opuestos: aumento de energía y actividad. “En algunos gatos incluso puede parecer un estado maníaco temporal, con más juego, agresividad o un mayor instinto sexual en aquellos no esterilizados”, señala.
Durante el invierno, en cambio, sí pueden darse conductas de letargo o disminución de actividad, junto con un aumento del apetito, especialmente en gatos.
Cómo ayudar a tu mascota
Aunque no hablemos de depresión estacional como tal, los especialistas coinciden en que los tutores pueden apoyar a sus animales en estos cambios:
- Mantén rutinas predecibles: paseos regulares, horarios de comida estables y tiempo de juego ayudan a darles seguridad.
- Refuerza la estimulación ambiental: juguetes, rascadores, juegos olfativos o de búsqueda reducen el aburrimiento.
- Cuida su bienestar hormonal: en el caso de los gatos, la esterilización ayuda a disminuir la ansiedad y las conductas territoriales.
- Atiende a los cambios de clima: más actividad con el calor significa también más agua fresca, sombra y espacios ventilados.
En definitiva, lo que para algunos humanos se vive como una “primavera gris” no se replica de la misma forma en perros y gatos. En ellos, los cambios estacionales se manifiestan más como ajustes de conducta ligados al ambiente, a la rutina y a sus ritmos biológicos. Comprenderlos y acompañarlos es la mejor forma de asegurar su bienestar durante todo el año.