Aunque en primavera aumentan las alergias en perros y gatos, distinguir entre causas ambientales y alimentarias es clave para un tratamiento efectivo. Una veterinaria explica los signos tempranos que solemos pasar por alto, cuándo buscar ayuda profesional y cómo manejar estos cuadros para que las mascotas se mantengan cómodas incluso en los meses de mayor riesgo.

Para muchos humanos, esta época marca el peak de los estornudos, ojos irritados y congestión. Pero ¿pasa lo mismo con perros y gatos? Según Ana Francisca Soto, médica veterinaria y máster en etología clínica, sí vemos un aumento de cuadros alérgicos en mascotas durante la primavera, “aunque en ellos la estacionalidad suele ser menos evidente que en los humanos”, explica. Esto ocurre porque varios de los alérgenos que los afectan —como ácaros del polvo, hongos ambientales o ciertos pastos— están presentes prácticamente todo el año.
La clave, dice Soto, está en cómo se manifiesta el prurito (picazón). Las alergias ambientales suelen generar picazón localizada en zonas como patas, abdomen, cara y oídos, muchas veces con exacerbaciones en ciertos periodos. Las alergias alimentarias, en cambio, no siguen un patrón estacional y pueden presentarse a cualquier edad. Además del prurito, tienden a traer síntomas gastrointestinales intermitentes, una pista clínica que ayuda mucho a diferenciarlas.
Los signos tempranos que solemos pasar por alto

En la vida cotidiana, los primeros síntomas pueden confundirse con hábitos normales o comportamientos de autoacicalamiento. Sin embargo, hay señales que vale la pena observar. “Lamido persistente de las patas, sacudidas repetidas de la cabeza, picazón facial y la aparición de descamación fina” son manifestaciones iniciales de inflamación cutánea, afirma la veterinaria. Muchas veces pasan desapercibidas simplemente porque no causan lesiones visibles al comienzo.
El momento de acudir al veterinario llega cuando los signos escalan. Soto señala que “cuando aparecen eritema marcado, zonas alopécicas, mal olor, pústulas o heridas por autotrauma, la indicación de consulta se vuelve más urgente”. En esa etapa, la piel suele estar lidiando con infecciones secundarias o inflamación severa, por lo que la intervención profesional es clave.
Cómo se llega al diagnóstico

No existe un examen único que confirme una alergia de manera inmediata. Más bien, es un proceso que combina historia clínica, observación del patrón de prurito y pruebas específicas según el caso. En alergias ambientales, ayudan los “patrones bien definidos de prurito y antecedentes de empeoramiento en determinadas épocas del año”. Las pruebas intradérmicas o serológicas se reservan principalmente para diseñar inmunoterapia personalizada.
Para sospecha de alergia alimentaria, la estrategia más confiable sigue siendo la dieta de eliminación, un método riguroso pero efectivo: seis a ocho semanas con un alimento hidrolizado o de proteína novedosa, seguido de la reintroducción de la dieta habitual. “La reaparición del prurito al reintroducir la dieta habitual confirma el origen alimentario”, detalla Soto. Aunque toma tiempo, es el estándar por su alta certeza diagnóstica.
Tratamientos actuales y cuidados en casa

Hoy existen fármacos antipruriginosos modernos que permiten controlar la inflamación sin los efectos adversos asociados a terapias antiguas. A ellos se suman los champús terapéuticos, útiles para disminuir la carga de alérgenos en la piel y fortalecer la barrera cutánea.
Si la alergia es alimentaria, los ajustes en la dieta son fundamentales para mantener la estabilidad a largo plazo. Y en paralelo, hay medidas ambientales que hacen una gran diferencia: rutinas más estrictas de limpieza, aspirado frecuente de alfombras, reducción del polvo y evitar la exposición a pastos en épocas de mayor carga de polen.
La buena noticia es que, con un plan integral, la mayoría de los perros y gatos logra una excelente calidad de vida incluso en los meses de mayor riesgo. Como concluye la veterinaria, un manejo adecuado “permite que la mayoría de los pacientes mantengan buena calidad de vida incluso en épocas de mayor riesgo”.
