Una higiene auricular regular y delicada es clave para prevenir infecciones, detectar signos de otitis a tiempo y mantener sanos los oídos de tu perro o gato. Aprende con qué frecuencia revisar, qué método usar y qué errores evitar para convertir esta tarea en un cuidado preventivo eficaz.
Por Josefina Hirane
¿Percibes un olor fuerte o inusual que proviene de las orejas de tu peludo? ¿Notas secreción amarillenta o un rascado constante fuera de lo habitual? Puede tratarse de una otitis externa —inflamación del conducto auditivo externo—, que está detrás de entre el 15% y el 20% de las consultas veterinarias en perros. Esto la convierte en uno de los problemas dermatológicos más habituales en la especie canina, según los Especialistas Veterinarios de la Universidad de Cornell (Cornell University Veterinary Specialists, CUVS).
“La correcta limpieza de los oídos de nuestros perros es algo muy importante que debemos conocer todos los tutores de mascotas, porque en el oído se acumulan secreciones y bacterias que en un futuro pueden generar otitis”, advierte en su canal de YouTube Laura Londoño (@lau.vet en Instagram), médica veterinaria con más de un millón de seguidores en redes sociales. Su consejo aplica también para los gatos, una especie algo reticente al aseo pero igualmente vulnerable cuando la suciedad se instala.
¿Por qué mirar dentro de las orejas?
Además de recoger polvo y restos de pasto, la humedad se convierte en un caldo de cultivo para bacterias y hongos. Perros de orejas largas —Beagle, Basset Hound, sabuesos— rozan el suelo al olfatear y “necesitan un mayor compromiso por parte de sus tutores”, señala LauVet. En gatos, la alerta suena cuando hay cera oscura o mal olor, signos de ácaros u otitis.
Calendario de limpieza orientativo
Los perros muy activos o que pasan buena parte del día en exteriores deberían recibir una higiene semanal; aquellos que viven en departamentos y apenas se ensucian con tierra o agua suelen necesitarla cada quince o veinte días. En el caso de los gatos, basta limpiar solo cuando se observe suciedad visible, aunque conviene revisar cada tres o cuatro semanas. “La frecuencia depende de la raza y del estilo de vida”, resume Londoño, por lo que si tu perro chapotea en charcos o tu gato explora el jardín, conviene aumentar la periodicidad de las revisiones.
Paso a paso seguro
Para limpiar, envuelve una gasa limpia —seca o apenas humedecida con agua— en tu dedo índice y masajea con suavidad la parte visible del pabellón auricular, haciendo movimientos circulares. Sustituye la gasa si aparece muy sucia y repite el proceso hasta que casi no queden restos; al terminar, premia a tu mascota con un snack o una caricia para reforzar la experiencia positiva. “No es recomendable utilizar los famosos copitos (cotonitos) o hisopos, porque podemos lastimar su canal interno”, subraya la experta.
Ojo con estos errores y señales de alerta
Hay errores que pueden provocar más daño que beneficio: introducir objetos en el canal auditivo, limpiar con fuerza o profundidad excesiva, cortar los pelitos que protegen la entrada del oído (se pierde una barrera natural), o aplicar soluciones auriculares sin que lo indique un veterinario.
Por otro lado, existen ciertas señales de alerta que indican que es mejor acudir al veterinario, como olor fuerte o inusual, oreja muy roja o inflamada, secreción amarillenta, marrón o con sangre, rascado constante, sacudidas de cabeza o inclinación persistente. “La rutina de higiene nos ayuda porque, al ver los oídos constantemente, sabremos cómo es su color y olor normales; cuando algo cambie, lo notaremos rápido”, destaca LauVet.
En definitiva, con una gasa, paciencia y la periodicidad adecuada, la limpieza de oídos se convierte en un chequeo preventivo que evita infecciones dolorosas y visitas de urgencia. “La clave es hacerlo con mucha paciencia y amor”, recuerda la veterinaria. Tu perro o gato lo agradecerá con orejas sanas y menos rascadas desesperadas.